Lo que no se ve no
existe. Esa es una de las premisas fundamentales para entender al
occidental urbanita. Desde que nacemos, no vivimos el proceso que
genera la mayoría
de las cosas, así, no asociamos de forma
visceral, aunque lo sepamos, el tratamiento que
te salva la vida con
la experimentación animal, o la comida con la
explotación intensiva
de gallinas, vacas, cerdos, etcétera.
En cada una de las
actividades anteriores, en muchos casos, los animales sufren no solo
en un momento puntual de sus vidas, si no desde que son gestados, los
vídeos que puedes
buscar por youtube son escalofriantes.
Llegados a este
punto, y para ser consecuente con el título de la entrada, cabría
preguntarse, ¿qué es lo que hace que alguien que come huevos de
gallinas criadas
en jaulas, toma leche, se pone unos zapatos de
cuero, o se toma una medicación a la
que se llegó tras experimentar con animales, se escandalice con los toros? Pues
precisamente por lo
que hablaba al principio, porque se lo enseñan, le muestran por
televisión, periódicos y demás, lo vive como parte de la herencia
popular, y desde
ese momento empieza a existir.
He aquí el meollo
de la cuestión, la sociedad está construida sobre el sufrimiento de
los
animales, argumentar contra los toros diciendo que el animal
sufre es incompleto, e
incoherente, por lo dicho antes. Las corridas
es urgente abolirlas porque ese sufrimiento
animal, del que somos
participes todos los días, en ese caso se produce solo por
diversión,
y no para alimentar, vestir o curar. Y dicho ésto, ojalá
ningún animal tuviese que sufrir nunca,
y ojalá fuésemos todos
veganos.
Para los otros casos
sería necesario que al más alto nivel se tratase el tema de la
ética con
la relación con los animales, y se intentase reducir al
mínimo su sufrimiento para el
mantenimiento o avance de la sociedad,
como siempre intentando alcanzar la utopía,
el sufrimiento cero. Y
desde esta perspectiva el sufrimiento de animales por diversión
sería lo primero a suprimir.